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Financiar la resiliencia, no los desastres: el reto global

Cada año, el 13 de octubre, el mundo conmemora el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (DIRRD), una iniciativa de la ONU y la UNDRR que busca reconocer los avances y los desafíos en la construcción de sociedades más seguras y sostenibles.

 

El tema de 2025, “Fund Resilience, Not Disasters (financia la resiliencia, no los desastres)”, plantea una pregunta contundente: 

¿Por qué seguimos invirtiendo más en reconstruir que en prevenir?

En un momento histórico marcado por crisis climáticas, conflictos y emergencias complejas, el llamado global es claro: redirigir los recursos hacia la prevención, la adaptación y la resiliencia, antes de que los desastres ocurran.


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La paradoja del gasto en desastres

 

Según la UNDRR, por cada dólar invertido en prevención, se pueden ahorrar hasta siete dólares en reconstrucción y respuesta. Sin embargo, la mayor parte de los fondos internacionales aún se destinan a la atención posterior al desastre.

 

Esa paradoja se repite a escala global:

 

  • En promedio, menos del 5 % del financiamiento humanitario se dirige a acciones preventivas.

  • En América Latina, la inversión en infraestructura resiliente apenas representa una fracción del gasto público total.

  • Y en el sector privado, muchas empresas todavía tratan la gestión del riesgo como un costo operativo, no como una estrategia de sostenibilidad.

 

El resultado es un ciclo costoso y predecible: desastre → pérdida → reconstrucción → nuevo desastre. El reto de este año es romperlo.

 

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De gastar en respuesta a invertir en resiliencia

 

Fund Resilience, Not Disasters” no es solo un eslogan: es una declaración económica y ética. Significa invertir en políticas públicas, infraestructuras y comunidades que puedan resistir el impacto de amenazas naturales o antrópicas antes de que se conviertan en crisis humanitarias.

 

Invertir en resiliencia implica:

 

  • Planificar con base en el riesgo, no en la emergencia o el daño.

  • Incorporar el análisis de vulnerabilidad en presupuestos públicos y proyectos de desarrollo.

  • Financiar la educación, la preparación y la participación comunitaria.

  • Promover que los seguros, créditos y fondos privados integren la variable de reducción del riesgo.

 

En palabras simples: invertir en lo que evita el desastre, no en lo que lo sigue.

 

La resiliencia no es un gasto, es un activo

 

Durante años, la gestión del riesgo fue vista como una carga presupuestal. Hoy, las evidencias muestran lo contrario: la resiliencia genera valor.

 

  • Las ciudades que invierten en infraestructura segura atraen más inversión y reducen pérdidas.

  • Las empresas con planes de continuidad operativa se recuperan más rápido y preservan empleos.

  • Los gobiernos que fortalecen sus sistemas de protección civil ahorran millones en asistencia y reconstrucción.

 

La resiliencia no es un gasto invisible, sino una forma de asegurar el futuro.

 

América Latina: entre la vulnerabilidad y la oportunidad

 

Nuestra región es una de las más expuestas del planeta: terremotos, huracanes, sequías, incendios forestales y desplazamientos climáticos afectan cada año a millones de personas.

 

Pero también es una región rica en innovación social y conocimiento local. Países como Chile, México, Colombia y Costa Rica han impulsado marcos nacionales de reducción del riesgo, aunque persiste el reto del financiamiento sostenido.

 

El informe GAR2025 (Global Assessment Report de la UNDRR) advierte que el riesgo de desastre está aumentando más rápido que nuestra capacidad de financiar la resiliencia. Por eso, la campaña de este año enfatiza el papel de los bancos, aseguradoras y organismos multilaterales: la gestión del riesgo debe estar en el corazón de la economía.

 

Lo que significa para el gremio de la seguridad integral

 

Para quienes trabajamos en seguridad, protección civil y gestión de riesgos, este llamado global nos corresponde directamente.

 

Financiar la resiliencia significa también darle presupuesto a la prevención dentro de las organizaciones:

 

  • Capacitación en reducción del riesgo y continuidad operativa.

  • Evaluaciones periódicas de vulnerabilidad.

  • Mantenimiento preventivo y redundancia en sistemas críticos.

  • Inversión en cultura organizacional y en liderazgo preventivo.

 

Como gremio, debemos recordar que no hay prevención sin presupuesto. El compromiso con la resiliencia se demuestra no solo con discursos, sino con recursos.

 

De la reconstrucción a la transformación

 

Cada desastre es una prueba y una lección. Pero reconstruir sin cambiar la raíz de la vulnerabilidad solo perpetúa el problema. El enfoque de 2025 invita a transformar esa lógica:

 

  • Pasar de la asistencia a la anticipación.

  • Del gasto reactivo al financiamiento estratégico.

  • De la reconstrucción a la transformación social.

 

El verdadero éxito de la reducción del riesgo no se mide en toneladas de ayuda ni en metros cúbicos de concreto reconstruido, sino en vidas que nunca se pierden, comunidades que nunca colapsan y economías que no se detienen.

 

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El Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres nos recuerda algo esencial: la prevención no cuesta, lo que cuesta es no prevenir. El lema de este año “Fund Resilience, Not Disasters” es más que un llamado financiero; es un principio ético. Invertir en resiliencia es invertir en justicia, en equidad y en futuro.

 

En el fondo, todos los desastres nos dicen lo mismo: cuando se financian los daños y el desastre, la tragedia se repite; cuando la resiliencia se financia, la vida se protege.

 

 

José Luis Covarrubias R.

Ten un día seguro®.

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Fuente consultada

United Nations Office for Disaster Risk Reduction (UNDRR). (2025, October 13). International Day for Disaster Risk Reduction 2025: Fund Resilience, Not Disasters. United Nations. Recuperado el 5 de octubre de 2025, de https://iddrr.undrr.org/2025



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