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Entre la percepción y la realidad: cerrar la brecha del riesgo en el trabajo

En seguridad ocupacional, pocas cosas son tan problemáticas como creer que un peligro está controlado cuando en realidad no lo está. Esa diferencia entre lo que percibimos y lo que realmente ocurre en el ambiente laboral puede ser la línea delgada que separa la vida de la muerte.

 

Un artículo publicado en OHS Online (julio de 2025) analiza esta problemática y describe ejemplos donde la percepción genera una falsa sensación de seguridad que termina siendo costosa. En esta entrada revisamos esas brechas —risk perception gaps— y las lecciones que podemos aplicar como gremio de la seguridad integral. Revisemos cuatro ejemplos concretos.


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1. Espacios confinados: aire engañoso

 

  • Percepción común: si se generó un permiso de entrada y el área fue ventilada, el espacio está seguro.

  • Realidad: los espacios confinados tienen atmósferas dinámicas que pueden volverse letales en minutos. El oxígeno puede disminuir o acumularse gases tóxicos aun después de ventilar.

 

La lección es clara: no basta con un procedimiento en papel. Se requiere monitoreo continuo y disciplina estricta en el cumplimiento de protocolos. Un error aquí no da segundas oportunidades.

 

2. Monitoreo atmosférico: una sola lectura no es suficiente

 

  • Percepción común: un detector portátil muestra que la atmósfera es segura, y eso basta.

  • Realidad: las condiciones pueden variar con rapidez. Un solo muestreo al inicio no refleja lo que pasa durante toda la jornada.

 

La seguridad exige mediciones permanentes, equipos calibrados y registros confiables. Confiar en una sola lectura es como conducir viendo solo el retrovisor; el panorama cambia y el peligro aparece sin aviso.

 

3. Líquidos inflamables y combustibles: el fuego invisible

 

  • Percepción común: mientras no haya flamas cerca, los líquidos almacenados no representan un riesgo.

  • Realidad: muchos líquidos liberan vapores invisibles que se encienden con fuentes de calor o chispas mínimas. Algunos tienen puntos de inflamación tan bajos que las condiciones normales de trabajo ya los vuelven peligrosos.

 

La prevención requiere ventilación adecuada, controles de ingeniería, almacenamiento correcto y capacitación constante. El error aquí es asumir que “siempre lo hemos hecho así y nada ha pasado”.

 

4. Inspecciones de laboratorio: cantidad no es calidad

 

  • Percepción común: hacer inspecciones frecuentes equivale a tener bajo control los peligros.

  • Realidad: muchas inspecciones son rutinarias, superficiales o burocráticas. No buscan causas raíz, ni corrigen condiciones inseguras.

 

Lo que realmente importa es la calidad y enfoque de las inspecciones, más que la cantidad. Una sola visita profunda y bien documentada previene más que diez recorridos apresurados con listas de cotejo sin análisis crítico.

 

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Reflexión: la complacencia es el verdadero enemigo

 

El denominador común en estos ejemplos es la complacencia: asumir que un procedimiento, una lectura o una práctica rutinaria son suficientes. La experiencia nos enseña que el riesgo cambia, evoluciona y se esconde en los huecos de nuestra percepción.

 

Como profesionales de la seguridad integral, nuestro trabajo consiste en cerrar esa brecha entre lo que creemos y lo que es real. Esto exige:

 

  • Capacitación constante.

  • Cultura preventiva que valore la evidencia sobre la intuición.

  • Liderazgo que no tolere atajos ni justificaciones como “siempre lo hemos hecho así”.

 

Lecciones para la seguridad integral

 

  1. La percepción puede ser engañosa: la vista, la costumbre o la intuición no bastan.

  2. La realidad exige datos y evidencias: registros, mediciones, controles técnicos.

  3. La disciplina salva vidas: protocolos claros y consistentes evitan la complacencia.

  4. Cerrar la brecha es tarea de todos: trabajadores, supervisores y líderes deben compartir un mismo marco de referencia.

 

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En seguridad ocupacional, no basta con la percepción subjetiva. La prevención real ocurre cuando comprendemos las limitaciones de nuestra intuición y trabajamos con evidencia técnica, procedimientos claros y disciplina constante.

 

La brecha entre percepción y realidad puede parecer invisible, pero es tan peligrosa como una fuga de gas sin olor. Cerrar esa brecha es, en el fondo, salvar vidas.

 

 

Ten un día seguro®.

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