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Acceso a los servicios de salud mental durante catástrofes y emergencias

El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha impulsada por las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para recordar que el bienestar emocional no es un lujo, sino un derecho.

 

En 2025, el tema elegido es: Acceso a los servicios de salud mental en catástrofes y emergencias.

 

La elección no es casual. Los últimos años han demostrado que las emergencias —ya sean desastres, crisis sanitarias o conflictos— dejan cicatrices invisibles que permanecen mucho después de reconstruir edificios o restablecer servicios. Esas heridas emocionales y mentales también son parte del territorio de la seguridad integral.

 

Desde la mirada de Ten un día seguro, esta jornada es una oportunidad para ampliar el mapa: la salud mental también forma parte de la prevención. Porque cuidar la mente es, en esencia, proteger la vida.



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La salud mental: el riesgo silencioso del siglo XXI

 

De acuerdo con la OMS, una de cada cuatro personas enfrentará un problema de salud mental a lo largo de su vida. En el ámbito laboral, la cifra adquiere dimensiones alarmantes: el estrés crónico, la fatiga emocional, el agotamiento —burnout — y la depresión están entre las principales causas de ausentismo e incidentes.

 

A diferencia de los riesgos físicos —ruido, vibraciones, caídas, exposición a sustancias peligrosas— los riesgos mentales son más difíciles de ver y medir. No generan alertas ni disparan alarmas. Pero su impacto es igual de profundo:

 

  • Reducen la concentración y la capacidad de respuesta ante emergencias.

  • Aumentan la probabilidad de errores humanos.

  • Deterioran la comunicación y la cohesión en los equipos.

  • A largo plazo, pueden derivar en enfermedades cardiovasculares, trastornos del sueño y adicciones.

 

El riesgo psicosocial no es un concepto abstracto; es una realidad cotidiana en los centros de trabajo, integrarlo al lenguaje de la seguridad integral no es opcional, es urgente.

 

Emergencias y salud mental: el costo emocional de sobrevivir

 

La ONU eligió este año poner el foco en la salud mental durante catástrofes y emergencias, un tema históricamente relegado. Las investigaciones son claras, quienes viven un desastre no solo enfrentan pérdidas materiales, sino también un enorme desgaste emocional.

 

El estrés postraumático, la culpa del sobreviviente, el miedo constante y la ansiedad anticipatoria son respuestas humanas ante la vulnerabilidad extrema. Sin atención adecuada, estas experiencias pueden durar años.

 

Durante los desastres, la atención médica y logística suele concentrarse en lo visible: rescatar, reconstruir, restablecer. Pero rara vez se atiende el impacto psicológico de quienes lo vivieron o lo enfrentaron como parte de los equipos de respuesta.

 

La OMS advierte que incluir apoyo psicosocial en los protocolos de emergencia salva vidas y mejora la recuperación comunitaria. Los programas que integran acompañamiento emocional reducen la violencia, el abandono y el suicidio en las comunidades afectadas.

 

Así, la salud mental deja de ser un tema de “sensibilidad” para convertirse en una estrategia de resiliencia.

 

La mente en el trabajo: entre la presión y el propósito

 

El lugar donde trabajamos puede ser un espacio de desarrollo o de deterioro. En México y América Latina, las largas jornadas, la inseguridad laboral, la falta de reconocimiento y el estrés sostenido son causas frecuentes de desgaste mental.

 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce los riesgos psicosociales como una categoría de riesgo laboral. Y la American Heart Association ha documentado que el estrés laboral es un factor de riesgo directo para enfermedades cardiovasculares.

 

Cuidar la salud mental en el trabajo implica mucho más que brindar talleres motivacionales. Requiere políticas claras, liderazgo empático y un rediseño cultural donde se entienda que el bienestar de las personas es una inversión, no un gasto.

 

Algunas medidas prácticas incluyen:

 

  • Promover pausas activas y emocionales durante la jornada.

  • Establecer canales de escucha confidencial para empleados.

  • Capacitar a líderes y supervisores para detectar señales tempranas de estrés o ansiedad.

  • Fomentar el equilibrio entre la vida laboral y personal.

 

Un ambiente mentalmente saludable no solo previene el burnout: también reduce la rotación de personal, mejora la productividad y eleva la confianza organizacional.

 

Salud mental en desastres: cuidar también a quienes cuidan

 

Los equipos de emergencia, brigadistas, rescatistas y profesionales de la seguridad y la salud ocupacional enfrentan una carga emocional extraordinaria. Están entrenados para controlar el miedo, pero no siempre para procesarlo.

 

Diversos estudios —entre ellos los realizados tras los sismos de México (1985 y 2017) y la pandemia de COVID-19— muestran que los profesionales de primera respuesta presentan niveles altos de estrés postraumático, insomnio y fatiga por compasión. Una cultura de seguridad moderna debe incluir protocolos de apoyo psicológico para el personal de respuesta:

 

  1. Debriefings o sesiones de cierre después de emergencias.

  2. Acompañamiento profesional tras eventos críticos.

  3. Promoción del descanso y rotación de funciones para evitar sobreexposición emocional.

 

Cuidar la mente de quienes cuidan es también una forma de prevención.

 

Romper el estigma: hablar de salud mental con naturalidad

 

Uno de los mayores obstáculos sigue siendo el estigma. En muchos entornos laborales aún se percibe la salud mental como un signo de debilidad, o un tema ajeno a la seguridad industrial.

 

Romper ese paradigma exige liderazgo. Los profesionales de la seguridad integral pueden —y deben— ser puente entre lo técnico y lo humano. Hablar de estrés, ansiedad o agotamiento con la misma naturalidad con la que hablamos de peligros físicos es el primer paso para normalizar la prevención emocional.

 

El desafío es cultural, aprender a reconocer que la vulnerabilidad no nos resta valor profesional; nos recuerda que somos humanos.

 

Hacia una seguridad integral con bienestar emocional

 

Integrar la salud mental en los sistemas de gestión de seguridad y salud en el trabajo no es una moda, sino una evolución lógica del concepto de seguridad integral. La OIT, la OMS y la ONU coinciden: el futuro del trabajo seguro dependerá tanto de la tecnología y la ingeniería, como de nuestra capacidad para cuidar el equilibrio emocional de las personas.

 

La resiliencia organizacional empieza en la mente. Y así como los simulacros nos preparan para actuar ante emergencias, también necesitamos entrenar nuestras emociones para responder con serenidad, empatía y claridad.

 

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La seguridad no se mide solo en cascos, extintores o planes de emergencia. También se mide en la capacidad de reconocer el cansancio, escuchar el silencio y ofrecer apoyo.

 

El Día Mundial de la Salud Mental nos invita a ampliar la mirada: proteger la vida implica también proteger la mente.

 

Como profesionales de la seguridad integral, tenemos la responsabilidad —y la oportunidad— de hacer visible lo invisible, de incluir la salud mental en nuestras evaluaciones, procedimientos y conversaciones cotidianas.

 

Porque en seguridad integral, la mente también forma parte del equipo de protección personal.

 

 

Graciela Zapata

Ten un día seguro®.

EdukaSafety®


Fuente consultada

United Nations. (2025, October 10). World Mental Health Day 2025: Access to services – mental health in catastrophes and emergencies. United Nations. Recuperado el 5 de octubre de 2025, de https://www.un.org/es/healthy-workforce/world-mental-health-day



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