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Cien años de seguridad y salud en el trabajo: lecciones para el presente

Actualizado: 27 ago

Cada día, más de siete mil personas mueren en el mundo por condiciones de trabajo inseguras: un mil por lesiones laborales y seis mil quinientas por enfermedades profesionales. Son cifras que representan una tragedia humana difícil de dimensionar y, al mismo tiempo, un costo económico que alcanza hasta el 4% del PIB mundial.


La Organización Internacional el Trabajo (The International Labour Organization) se fundó en 1919 con el tratado de Versalles. Fotografía archivo PA.
La Organización Internacional el Trabajo (The International Labour Organization) se fundó en 1919 con el tratado de Versalles. Fotografía archivo PA.

Detrás de cada número hay vidas truncadas, familias afectadas y comunidades enteras que sufren. Lo más grave es que estas pérdidas son prevenibles. Desde hace un siglo, la seguridad y la salud en el trabajo (SST) ha pasado de ser un tema marginal a un pilar central de la justicia social y el desarrollo sostenible.

 

Este recorrido histórico —y los avances logrados gracias a la Organización Internacional del Trabajo (OIT)— nos recuerda que la prevención no es un lujo: es una obligación moral, profesional y económica.

 

La Revolución Industrial y el despertar de la conciencia

 

El desafío de la SST existe desde que el ser humano trabaja. Pero fue con la Revolución Industrial, en los siglos XVIII y XIX, cuando las lesiones, las enfermedades y las muertes laborales alcanzaron dimensiones que la sociedad ya no pudo ignorar.

 

Las fábricas abarrotadas, la minería sin control, el transporte marítimo cargado de explosivos y la exposición a polvos minerales, fibras tóxicas y radiaciones revelaron la fragilidad de los trabajadores. Tragedias como el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York (1911), el desastre minero de Senghenydd en Gales (1913) o la explosión en Halifax (1917) mostraron que la industrialización acelerada traía consigo costos humanos intolerables.

 

Frente a esta realidad, surgieron las primeras respuestas: controles reglamentarios, inspecciones incipientes, seguros sociales y, sobre todo, la organización política de los trabajadores que exigían condiciones seguras y dignas.

 

1919: La OIT y el nacimiento del trabajo seguro

 

Con el fin de la Primera Guerra Mundial, el mundo buscaba paz y justicia social. En el marco del Tratado de Versalles se creó la OIT, con una misión clara: que el trabajo fuese sinónimo de dignidad, no de riesgo mortal.

 

En su primera Conferencia Internacional (Washington, 1919), la OIT adoptó seis recomendaciones, de las cuales tres estaban directamente relacionadas con la SST: prevención del carbunco, saturnismo y exposición al fósforo blanco. Desde su origen, la seguridad y la salud fueron reconocidas como parte del derecho al trabajo decente.

 

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Un rasgo único de la OIT fue su estructura tripartita: gobiernos, empleadores y trabajadores decidiendo juntos. Este modelo de diálogo social sentó las bases de un enfoque inclusivo y equilibrado que perdura hasta hoy.

 

De Europa al mundo: la expansión de la prevención

 

Tras la Segunda Guerra Mundial, el concepto de SST se amplió y se globalizó. La Declaración de Filadelfia (1944) reafirmó que proteger la vida y la salud de los trabajadores era un deber fundamental de todas las naciones.

 

La creación conjunta del Comité OIT/OMS en 1950 marcó otro hito: la prevención pasó a ser multidisciplinaria, integrando la higiene industrial, la medicina del trabajo, la toxicología y la ingeniería de la seguridad.

 

Además, la OIT fortaleció la producción y difusión de conocimiento a través de la Enciclopedia de SST (1930, con actualizaciones hasta hoy) y el Centro Internacional de Información sobre Seguridad y Salud en el Trabajo (1959). Estas iniciativas no solo reunieron evidencia científica, sino que también ayudaron a que los países construyeran capacidades técnicas y marcos regulatorios.

 

Una cultura de prevención

 

El accidente de Chernóbil (1986) dejó al descubierto que la seguridad no depende solo de normas o tecnología, sino también de cultura organizacional. La OIT impulsó entonces un cambio de paradigma: de las regulaciones prescriptivas aisladas hacia políticas nacionales globales basadas en la gestión de riesgos.

 

Instrumentos como el Convenio 155 (1981), el Convenio 161 (1985) y el Convenio 187 (2006) consolidaron este enfoque, exigiendo sistemas de gestión, participación tripartita, registro de accidentes y programas nacionales de prevención. La idea era clara: la seguridad debe ser integral, transversal y anticipatoria.

 

Grandes lecciones y retos actuales

 

A lo largo de 100 años, la SST ha dejado lecciones contundentes:

 

  • Los accidentes y enfermedades laborales son prevenibles.

  • La prevención requiere voluntad política, compromiso empresarial y participación de los trabajadores.

  • La justicia social y el desarrollo sostenible no son posibles si el trabajo sigue costando vidas.

 

Sin embargo, los desafíos persisten. El trabajo informal, la globalización de las cadenas de suministro, los riesgos psicosociales y las nuevas tecnologías exigen enfoques adaptados y dinámicos. La historia nos muestra que la inacción se paga con vidas; la prevención, en cambio, multiplica beneficios humanos y económicos.

 

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Cien años después de su fundación, la OIT nos recuerda que la seguridad y la salud en el trabajo no son un lujo ni una opción, sino una condición indispensable para el trabajo decente y el desarrollo sostenible.

 

Para quienes ejercemos la seguridad integral, este legado es una brújula: lo que hacemos importa porque lo que está en juego es la vida misma.

  

Ten un día seguro.

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