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A 40 años… aprendiendo a convivir con el riesgo sísmico

El 19 de septiembre de 1985 marcó un antes y un después en la historia de la seguridad, la protección civil y la gestión del riesgo en México. A las 07:19 horas, un sismo de magnitud 8.1 sacudió la capital y dejó tras de sí una tragedia de proporciones históricas. A 40 años de distancia, recordar no es solo un acto de memoria es un ejercicio de aprendizaje que sigue orientando nuestras prácticas profesionales y nuestra cultura preventiva.


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La magnitud de la tragedia

 

El sismo del 85 puso a prueba no solo a la infraestructura, sino a todo el sistema social y político del país. La combinación de un fenómeno natural de gran magnitud con la vulnerabilidad estructural de la Ciudad de México derivó en miles de muertes, colapsos masivos y una crisis de gobernanza que todavía hoy se estudia como caso de referencia.

Indicador

Dato/valor

Fuente

Fecha y hora

19 de septiembre de 1985, 07:17:49 h.

Servicio Sismológico Nacional (SSN, UNAM)

Magnitud

8.1 Mw (escala de momento sísmico)

Servicio Sismológico Nacional (SSN, UNAM)

Duración

~120 segundos

CENAPRED, 2015

Epicentro

Costa de Michoacán (18.1°N, 102.3°O)

SSN

Profundidad

15 km

USGS

Réplicas

> 3,000 (destacando la del 20 de septiembre, 7.5 Mw)

CENAPRED

Víctimas mortales

entre 10,000 y 30,000 (cifras oficiales 10,000; estimaciones académicas >20,000)

Ordaz & Singh, 1992; CENAPRED

Edificios colapsados

~400

Gobierno de la CDMX

Edificios con daños severos

> 3,000

CENAPRED

Personas sin vivienda

> 250,000

Naciones Unidas, 1986

Pérdidas económicas

4,000 millones USD (equivalentes a ~2.5% del PIB de México en 1985)

CEPAL, 1987

Estos números, por sí mismos, explican por qué el evento de 1985 se convirtió en un punto de inflexión. No se trató únicamente de la fuerza del sismo, sino de las fallas acumuladas en la planeación urbana, la corrupción en la construcción y la falta de preparación institucional.

 

El nacimiento de la protección civil moderna en México

 

Antes de 1985, la gestión del riesgo se concebía como un tema secundario, fragmentado y sin estructura sólida. El sismo reveló esa fragilidad. La respuesta improvisada, la ausencia de protocolos claros y la incapacidad gubernamental para atender la magnitud de la crisis hicieron evidente la necesidad de un cambio.

 

De esa tragedia nació la Dirección General de Protección Civil (1986) y, poco después, el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC). Fue un giro histórico: se pasó de la reacción dispersa a la construcción de una política pública formal de prevención, respuesta y recuperación. A partir de entonces, México comenzó a perfilarse como referente internacional en materia de protección civil, con aprendizajes que inspiraron reformas en otros países de la región.

 

Ingeniería, normatividad y cultura de la construcción

 

El colapso de cientos de edificios expuso problemas estructurales profundos: corrupción en los permisos, supervisiones laxas y un reglamento de construcción que no correspondía a la realidad sísmica de la capital.

 

A raíz de 1985 se reformó el Reglamento de Construcciones del Distrito federal y se desarrollaron Normas Técnicas Complementarias que elevaron la exigencia en diseño sísmico, geotecnia y supervisión estructural. Se promovieron nuevas prácticas de reforzamiento de inmuebles existentes y se incorporaron avances de la ingeniería sísmica a nivel internacional.

 

La lección central quedó clara: los sismos no matan por sí mismos; lo que mata son las edificaciones mal diseñadas, mal construidas o mantenidas. La tragedia de 1985 nos recordó que la seguridad estructural no es negociable y que la técnica, acompañada de ética, salva vidas.

 

Una fecha que marcó la cultura preventiva

 

El 19 de septiembre se convirtió oficialmente en el Día Nacional de Protección Civil, y desde entonces se realizan simulacros masivos anuales en todo el país. Estos ejercicios no son solo recordatorios: son una herramienta cognitiva que mantiene viva la memoria colectiva y fortalece la cultura preventiva de nuevas generaciones.

 

El sismo del 19 de septiembre de 2017 coincidió con el aniversario y recordó de forma dolorosa que el riesgo sísmico no desaparece con una sola generación. Los aprendizajes deben transmitirse, actualizarse y aplicarse de manera constante, porque el riesgo es dinámico y exige memoria activa.

 

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Cuatro décadas después, las lecciones de 1985 siguen siendo urgentes:

 

  • La prevención salva vidas.

  • Las normas importan, pero más aún su cumplimiento.

  • La memoria colectiva es una herramienta de seguridad.


Como profesionales de la seguridad integral, nuestra misión es transformar la tragedia en aprendizaje y la memoria en acción. Porque lo que hacemos importa, y mucho. Se trata de anticipar daños, proteger comunidades y salvar vidas.

 

Ten un día seguro®.

EdukaSafety®

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